Unsegundo.
Un segundo, y mi vida mejoró. No había visto nunca tanta tristeza. Y sabía que devía hacer algo. Me senté a su lado y le pasé la mano sobre sus hombros. Él era el mayor macarra que yo había visto. Pero era una marca de cocaína que devía pasar. No sabía como animarle y me entraron ganas de llorar con él. Se tumbó en el suelo cabeza arriba. Reaccioné y le besé en los labios dos veces. Él me mordisqueó los míos, sabía que eso me gustaba. Simplemente pude llorar de felicidad. Al igual que él.
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nuuuueva novela:)
ResponderEliminarteq!